En nuestro afán de criar hijos perfectos y con nuestras mejores intenciones, a menudo caemos en el error de convertir la infancia de nuestros hijos en una estresante carrera de velocidad, competitividad y resistencia. La sociedad actual y el sistema educativo fuerzan a unos seres pequeños e inmaduros a adquirir habilidades y conocimientos para los que aún no están preparados. Entonces el tiempo libre de los niños es casi nulo (o nulo), ocupado por deberes, extraescolares, pantallas y obligaciones.
Paremos. Las cosas no son lo que parecen. No para forzar el desarrollo de los niños, estos van a ser más inteligentes. Al contrario.
Lo explicamos con estos análisis.
El juego libre
Los niños tienen la necesidad de jugar libremente. El jugar es una actividad natural que permite a los niños, en un contexto seguro, aprender todas aquellas habilidades que propician la supervivencia y la adaptación al medio. A través del juego libre, los niños se expresan y construyen su propia identidad.
Los estudios demuestran que el tiempo libre y el juego no estructurado son los factores que más favorecen el desarrollo integral de los niños.
Las personas que recuerdan haber disfrutado de mayor autonomía y juego libre en la infancia, son aquellas que como adultos tienen mayor capacidad de adaptación, autoestima y éxito social.
“Results suggest that freely playing in childhood promotes developmental resources, in particular individual adaptivity in adulthood, which, in turn, promote developmental success.”
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25299888
El tiempo libre
Cuando los niños tienen el tiempo libre demasiado estructurado con actividades preestablecidas, deja de considerarse tiempo libre, ya que no hay espacio para el juego libre de verdad y autodirigido (se incluye aquí también el tiempo ocupado con pantallas). Entonces desarrollan menos su iniciativa y sus capacidades ejecutivas y de resolución de conflictos. Tal efecto se prolonga hasta la edad adulta.
"Less-structured time in children's daily lives predicts self-directed executive functioning."
https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2014.00593/full
La espontaneidad en el juego y el control del adulto
La falta de comprensión acerca de los procesos psíquicos internos de los niños durante el juego propicia un exceso de intervención o dirección adulta durante el mismo. Intervenir para dirigir el juego infantil inhibe la espontaneidad del mismo, desvirtuando su esencia de actividad creativa y autodirigida.
Cuando los padres ejercen un control excesivo del juego, los niños se alejan emocionalmente de los adultos y surgen más emociones negativas. Se entiende por “control” al dirigir a qué jugar, cómo jugar o a qué ritmo jugar, por ejemplo. El control también es el intento por parte del adulto de que el niño aplique una acción racional y lógica a su actividad, por ejemplo instándoles a hacer entrar a una vaca en el establo por la puerta, en lugar de por una ventana.
Para favorecer el desarrollo infantil, los adultos, además de mostrar afecto, deben apoyar y permitir las actividades lúdicas espontáneas, evitando intervenir si no son invitados o con propósitos de guiar el juego con arreglo a criterios alejados de las necesidades derivadas del momento evolutivo de los niños.